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26 may 2025
30 aniversario del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia en Valencia (1995-2025)
El 12 y 13 de mayo tuvo lugar en Valencia el Congreso ¨Familia, cultura y educación¨ con motivo del 30 aniversario del Instituto Juan Pablo II en Valencia (1995-2025)
D. Juan José Pérez-Soba intervino en el congreso con la ponencia que incluimos aquí:
LA FAMILIA CRISTIANA, TESTIGO DE ESPERANZA
Por otro lado, recordamos unas palabras de nuestro Presidente, P. Juan de Dios Larrú, sobre el inicio del Instituto Juan Pablo II, con motivo del 25 aniversario de la fundación del Instituto:
¨El 13 de mayo de 1981, el mismo día en que sufría el atentado en la Plaza de S. Pedro, Juan Pablo II fundaba, junto al Pontificio Consejo para la Familia, el Pontificio Instituto para estudios sobre matrimonio y familia que lleva su nombre. Las palabras que tenía pensado pronunciar en aquella audiencia, en relación a esta personalísima iniciativa suya, revelan con claridad su intención originaria:
"He decidido fundar en Ia Pontificia Universidad Lateranense, que es la Universidad de la diócesis del Papa, un "Instituto internacional de Estudios sobre matrimonio y familia" que comenzará su actividad académica en el próximo octubre. Dicho Instituto se propone presentar a toda la Iglesia la aportación de la reflexión teológica y pastoral sin la que la misión evangelizadora de la Iglesia se vería privada de una ayuda esencial. Será un lugar donde la verdad sobre el matrimonio y Ia familia se estudien a fondo a la luz de la fe y con la contribución también de las distintas ciencias humanas" (Juan Pablo II, La Encíclica "Rerum novarum", Documentos Palabra (1981) - 131,164).
En estas palabras se adivina cómo el Instituto nace de un carisma personal y una intuición original del mismo Pontífice. El objeto de la iniciativa no es crear un instituto más entre los muchos ya existentes sobre matrimonio y familia, sino instituir un espacio privilegiado para profundizar en el designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia.
Tanto la vocación universal del Instituto cuanto la conexión entre reflexión y misión evangelizadora de la Iglesia vuelven a ser puestos de manifiesto con más precisión cuando, el 19 de diciembre de 1981, con ocasión del primer encuentro con los profesores y estudiantes del recién creado Instituto, el Papa explicitaba la intención y el objetivo que pretendía en los siguientes términos:
"He querido yo mismo este Instituto, atribuyéndoos una particular importancia para toda la Iglesia. En efecto, él está llamado a ser un centro superior de estudios y de investigación al servicio de todas las comunidades cristianas, con una finalidad precisa: profundizar cada vez más en el conocimiento de la verdad del matrimonio y de la familia a la luz conjunta de la fe y de la recta razón. Esta verdad debe ser objeto de toda vuestra investigación científica, profundamente conocedores de que sólo la fidelidad a ella salva completamente la dignidad del matrimonio y de la familia" (Juan Pablo II, Discurso, Sono lieto di darvi, a los profesores y alumnos del Pontificio Instituto para la Familia, 19.12.1981, Enchiridion Familiae 3406 -3409).
En este discurso, se pone singularmente de manifiesto la importancia de colocar a la base de la reflexión del Instituto una sólida y adecuada antropología, que comprenda la completa verdad sobre la persona humana. Esta antropología integral, que tiene como objetivo profundizar en el misterio del hombre sin falsos reduccionismos, ha de tener como luz el Misterio del Verbo Encarnado (GS 22). Unida a esta reflexión antropológica ha de desarrollarse la reflexión moral, asimismo esencial para el Instituto.
Conviene caer en la cuenta del contexto histórico en el que se enmarcan estas palabras. En efecto, apenas un mes antes, el 22 de noviembre de aquel mismo año, el Papa había publicado Ia exhortación apostólica "Familiaris consortio", como fruto de los trabajos del Sínodo de los Obispos celebrado en Roma del 26 de septiembre al 25 de octubre de 1980. El relator del sínodo fue el cardenal J. Ratzinger, que valoró del siguiente modo la publicación de la exhortación: "El texto es un estímulo para los cristianos y al mismo tiempo una gran tarea" (J. Ratzinger, "Matrimonio e Famiglia nel piano di Dio",en AA.Vv. La'Familiaris consortio'. Commenti, Libreria Editrice Vaticana, Cittá del Vaticano 1982,98).
Es bien conocido que, como preparación a este sínodo, Juan Pablo II había comenzado a pronunciar una serie de catequesis que se extendieron desde el 5 de septiembre de 1979 hasta el 28 de noviembre de 1984. Estas catequesis se impartieron de modo continuado en las audiencias de los miércoles de ese periodo, únicamente con dos interrupciones debidas al atentado de 1981 y al año de la redención de 1983. En su conjunto componen un total de 134 catequesis, distribuidas en seis ciclos. Con ellas, el Papa deseaba "acompañar desde lejos" (Juan Pablo II, Hombre y mujer los creó. El amor humano en el plan divino, Cristiandad, Madrid 2000, 63) los trabajos preparativos del Sínodo sobre los Deberes de la familia cristiana (De muneribus familiae christianae). Es significativo cómo con estas catequesis, Juan Pablo II no quiso abordar directamente el tema del Sínodo sino que concentró su atención en las profundas raíces de las que brota la propuesta sinodal. Esta intención del Pontífice de ir a la raíz para desde ella iluminar la cuestión del matrimonio y la familia se debe a su pasión por el Evangelio del matrimonio y la familia, a su compasión por la situación actual de la familia y a la ayuda pastoral que la Iglesia le debe. Ya en el discurso a las familias, con motivo de la celebración del Sínodo, mostró claramente la necesidad de volver a dar la confianza a las familias (Juan Pablo II, Discurso "Le testimonianze" (12.10.1980), Enchiridion Familiae III, 1980 10 12 n. 3, p.2854). Estas catequesis son para el Instituto como el documento fundativo e inspirador, y constituyen una auténtica novedad metodológica y teológica, aún en buena parte por conocer, asimilar y difundir.
La inspiración del Instituto nace, pues, unida a la vocación y carisma personal de Karol Wojtyla. Ya como joven sacerdote, Karol sintió urna llamada interior a dedicarse a preparar a los jóvenes para el matrimonio, a mostrarles la belleza del amor humano: "hay que enseñarles el amor..., pues si se ama el amor humano, nace también la necesidad de dedicar todas las fuerzas a Ia búsqueda de un "amor hermoso" (Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, Plaza y Janés, Barcelona 1994, 133). La experiencia de K. Wojtyla con estos jóvenes que él denominaba "su pequeña familia" (rodzinka), que posteriormente dio lugar a un entorno (Srodowisko) más numeroso, muchos de ellos casados entre sí, a los que prestaba una atención pastoral extraordinaria, es como el sustrato sobre el que irá creciendo su interés por el matrimonio y la familia. Es en esta experiencia personal donde se le muestra a Karol cómo todo hombre se revela en su unicidad e irrepetibilidad en la familia, cuyo fundamento es el matrimonio.
La intuición de Juan Pablo II al fundar el Instituto que lleva su nombre tiene su origen, por tanto, en su propia experiencia sacerdotal que sabe conjugar la reflexión teológica, filosófica y científica con una constante atención pastoral al matrimonio y la familia. Esta intrínseca relación entre pensamiento y vida, entre teología y pastoral, es verdaderamente decisiva para comprender la originalidad de esta institución, que ha de profundizar siempre más en el designio de Dios sobre la persona, el matrimonio y la familia.
El Concilio Vaticano II que Juan Pablo II vivió en primera persona de un modo muy intenso, particularmente el capítulo "Dignidad del matrimonio y de la familia" de la constitución Gaudium et spes, y la posterior publicación de la encíclica Humanae vitae (25.07.1968) de Pablo VI, se encuentran siempre como en la raíz de la reflexión del Pontífice sobre el designio de Dios sobre el matrimonio y la familias (Esto se puede constatar ya tanto en los escritos preconciliares como postconciliares sobre el matrimonio y la familia de K. Wojtyla. Cfr. K. Wojtyla, el don del amor. Escritos sobre la familia, Palabra. Madrid 2000). La necesidad creciente de un desarrollo orgánico de la teología del matrimonio y de la familia, a partir de estos documentos, es lo que va conduciendo a desplegar todos los medios para alcanzar este fin.
La actual visión inmanentista y secularista del matrimonio y la familia, de sus valores y exigencias, tiene su raíz última en el rechazo de la fuente divina, de la que proceden el amor y la fecundidad de los esposos, y que expone hoy al matrimonio y la familia a disolverse incluso como experiencias humanas. Para superar esta visión, resulta decisivo profundizar en el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia¨.