Tesinas
1 nov 2017
Si los cristianos nos paramos a pensar para qué estamos en este mundo, a qué aspiramos, nos responderemos a nosotros mismos que queremos SER SANTOS. Todos tenemos en común un gran anhelo de felicidad, nuestro corazón no se llena con nada. Ya nos lo decía San Agustín: “Venimos de Dios y nuestro corazón no estará colmado hasta que vayamos a Él”.
Recientemente se han celebrado los 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II, en el que se hablaba de la santidad como la vocación última a la que estamos llamados cada uno de los bautizados. Pero todavía hoy, la mayoría de la gente piensa que la santidad es algo reservado a unos pocos, principalmente a personas consagradas. Es algo que no terminamos de creer posible para un matrimonio. Para los esposos, el camino hacia la santidad es tarea de dos, puesto que los dos somos una sola carne. Estamos llamados a la comunión esponsal, que es al mismo tiempo comunión con Dios.